Respuesta: Hay sustancias
tóxicas, tanto naturales como aquellas fabricadas por el ser humano, que a
menudo entran a nuestro cuerpo a través de la inhalación, el consumo de
alimentos y agua contaminados, o incluso pueden ser absorbidas a través de la
piel. En las mujeres en cinta, también pueden ser absorbidas por el feto a
través de la placenta. El término 'carga corporal' se define como el total de
estas sustancias químicas presentes en el cuerpo en un momento determinado. A
veces es más útil considerar la concentración o carga corporal de una sola
sustancia química, por ejemplo el plomo, el mercurio o la dioxina.
Algunas sustancias químicas o sus productos metabólicos (metabolitos)
son eliminados del cuerpo después de poco tiempo, sin embargo, se crea una
carga corporal 'persistente' al exponerse continuamente a estas sustancias. Por
ejemplo, la mayoría del arsénico se elimina del cuerpo después de 72 horas de
la exposición inicial; sin embargo, otras sustancias químicas no se eliminan
fácilmente, permanecen por años en la sangre, los tejidos grasos, el semen, los
músculos, los huesos, el cerebro y otros órganos del cuerpo. Los pesticidas que
contienen cloro, como el DDT, pueden permanecer dentro del cuerpo durante 50
años. Los exámenes de laboratorio pueden determinar la combinación única de
sustancias químicas que forman la carga corporal de un individuo, a pesar de
que sean sustancias que se eliminan rápidamente o se almacenan en el cuerpo
durante mucho tiempo. Estos exámenes también revelan las clases de sustancias a
las que estamos expuestos a diario en nuestra vida. Existen aproximadamente
80.000 sustancias químicas utilizadas en los Estados Unidos. Desconocemos
cuántas de ellas pueden formar parte de nuestra carga corporal, sin embargo,
cientos de éstas han sido detectadas en seres humanos alrededor del mundo.
Pregunta: ¿Llevamos todos esta carga en el cuerpo?
Respuesta: Los científicos
calculan que todos tenemos al menos 700 sustancias contaminantes dentro del
cuerpo, aunque la mayoría de ellas no han sido bien estudiadas (según Onstot y
otros). Esta es la realidad, independientemente de que seamos residentes de
zonas rurales, urbanas o de las cercanías de las áreas industriales, ya que
muchas de estas sustancias químicas son transportadas desde su sitio de
producción y uso en las corrientes del aire y agua o al adherirse a las
partículas de polvo. En esencia, el mundo entero está expuesto a una mezcla de
sustancias químicas y siendo así, nuestros cuerpos no tienen otra alternativa
sino absorber estas sustancias y a veces almacenarlas en los tejidos durante
mucho tiempo. Ya sea que vivamos en una isla del pacífico, en una ciudad de
California, cerca del polo norte o en el extremo sur de África, todo ser humano
absorbe una multitud de sustancias químicas industriales. Todos vivimos en un
barrio contaminado, por más aislado que esté.
*Datos de la siguiente publicación
publicada por la oficina de sustancias tóxicas de la Agencia de Protección al
Medio Ambiente de los Estados Unidos: Onstot J, Ayling R, Stanley J.
Characterization of HRGC/MS Unidentified Peaks from the Analysis of Human
Adipose Tissue. Volume 1: Technical Approach. Washington, DC: U.S.
Environmental Protection Agency Office of Toxic Substances (560/6-87-002a),
1987.
Algunas de las sustancias químicas presentes en el cuerpo son pesticidas
, y otras son empleadas en, o producidas por otros procesos industriales. Varios
productos de consumo contienen estas sustancias. Algunas de estas sustancias
químicas, como las dioxinas y los furanos, son productos secundarios de los
procesos industriales que utilizan el cloro o de la manufactura e incineración
de ciertos plásticos . Los científicos calculan que hay muchos otros productos
secundarios que no se han "descubierto" debido a que no existen aun
los métodos para identificarlos y describirlos.
Pregunta: ¿Cómo ocurre? ¿Cómo se expone uno a estas
sustancias?
Respuesta: Estamos expuestos a
las sustancias químicas a través de los alimentos que consumimos, el aire que
respiramos y el agua que bebemos y con la que nos bañamos, y estas sustancias a
menudo se adhieren a las partículas de polvo que tocamos e inhalamos. El polvo
contaminado representa una fuente importante de exposición para los niños,
quienes constantemente se meten las manitas en la boca. También nos exponemos a
sustancias químicas a través de los cientos de productos que consumimos
diariamente, como la pintura, el barniz, la gasolina, los pegamentos, los
cosméticos, el lavado en seco con solventes, los recipientes plásticos para
alimentos, los pesticidas de uso doméstico, entre muchísimos otros productos.
El cuerpo humano absorbe las sustancias químicas que han saturado el ambiente
del siglo XX a través de su uso continuo. Estos contaminantes que penetran
nuestros cuerpos nos han sido enviados sin remitente, lo que dificulta
identificar su procedencia.
Por ejemplo, la gran mayoría de las dioxinas
presentes en su cuerpo provienen de los alimentos que usted consume, sin
embargo fueron producidas por un incinerador de equipos médicos en su ciudad o
bien por una fábrica de papel ubicada a miles de kilómetros de su hogar. Sea
cual sea su origen, entró a la cadena alimenticia y llegó hasta su mesa. De
igual manera, un pesticida que corre por su sangre puede provenir de una
aplicación en la escuela local, su jardín, su cocina, o de la comida que usted
compra en el mercado, ya sea de producción nacional o importada. El origen de
las sustancias químicas es difícil de descifrar.
Otra fuente importante proviene de la carga
corporal de nuestras madres. Durante el embarazo, las sustancias químicas
presentes en la madre pasan por la placenta y pueden dañar al feto o pasan a
los pechos y se incorporan a la leche materna que luego es consumida por el
bebé de ella se alimenta. Aun así, estudios recientes demuestran que la leche
materna es el mejor alimento para los bebés debido a sus beneficios
nutricionales, sicológicos y sobre el sistema inmunitario del bebe. El hecho de
que la leche materna esté contaminada con sustancias químicas industriales es
una tragedia. Irónicamente, parece que el amamantar compensa algunos de los
daños causados por los contaminantes durante el desarrollo del feto. Algunas de
estas sustancias que recibimos del vientre y la leche de nuestras madres se
mantienen dentro del cuerpo durante años como una herencia accidental, al
compartir las madres, sin intención alguna, comparten su carga corporal con los
hijos.
Pregunta: ¿Cuáles son
las pruebas de que existe esta carga corporal?¿Desde hace cuánto tiempo sabemos
de este problema?
Respuesta: Desde hace siglos se
sabe que las sustancias químicas pueden penetrar el cuerpo y tener
consecuencias para la salud. Los científicos han podido detectar y medir estas
sustancias en los animales y en las personas desde mediados del siglo XX y a
veces, establecer vínculos entre ellas y problemas de la salud. Por ejemplo, en
1944 investigadores encontraron residuos del DDT en los tejidos grasos humanos,
y a principios de los años 50, los naturalistas concluyeron correctamente que
el DDT fue el causante de que los huevos perdieran espesor y las poblaciones
del águila calva y otras aves fueran afectadas. De hecho, en esa misma época el
DDT fue detectado en los pingüinos que vivían en la Antártida, a una enorme
distancia de donde se aplicaba el DDT.
Desde entonces, se han mejorado las técnicas
analíticas y se han detectado muchas otras sustancias químicas en los tejidos
de las personas y de los animales. Durante décadas, agencias gubernamentales
alrededor del mundo realizan pruebas para medir algunas de las sustancias que
forman parte de la carga química que llevamos. Entre los cientos de estudios,
hay análisis de los tejidos grasos, la leche materna, el semen, la sangre y la
orina para determinar y documentar su contenido y composición químicos. Este enlace lo llevará a un sitio de internet con
una lista de algunos de los estudios sobre la carga corporal de sustancias
químicas.
Pregunta: ¿Qué efectos tiene esta carga corporal sobre la
salud?
Respuesta: Las consecuencias de
la exposición de las personas y los animales a sustancias químicas dependen de
la cantidad de estas sustancias, cuándo y por cuánto tiempo el individuo ha
estado expuesto, las pautas de la exposición y las propiedades específicas de
cada sustancia. Los efectos tóxicos ocurren a través de varios mecanismos.
Por ejemplo, a veces el contaminante afecta o
daña las células o los tejidos del cuerpo. Otros, afectan el material genético
en el núcleo de la célula, dañando así directamente al ADN y posibilitando un
defecto hereditario que se transmite a la siguiente generación. Esto puede
conllevar a una mutación genética y a una serie de consecuencias que terminan
en el cáncer, defectos de nacimiento o trastornos reproductivos o del
desarrollo. Las sustancias que causan el cáncer se conocen como cancerígenos.
Las que causan defectos de nacimiento se conocen como teratógenos.
Las que ocasionan daños al desarrollo normal del feto, los bebés o los niños o
que dañan a los tejidos reproductivos se conocen como toxinas
para el sistema reproductivo o
del desarrollo. Algunas sustancias químicas pueden dañar la función normal de
las hormonas y éstas se llaman interruptores del sistema endocrino.
A través de estos mecanismos, los tóxicos
pueden causar una larga lista de problemas de la salud, como son los daños
directos a los pulmones, el hígado, los riñones, los huesos, la sangre, el
cerebro, los nervios y el sistema reproductivo. Hay cientos de problemas de la
salud ocasionados por la exposición a sustancias químicas o a ciertos metales,
como el cáncer; la presión alta; el asma; el déficit de la atención, pérdida de
la memoria, problemas del aprendizaje, reducción del coeficiente intelectual;
enfermedades parecidas al mal de Parkinson; infertilidad, una disminución en el
período de lactancia; endometriosis; malformación genital; daños a los nervios
periféricos y una disfunción del sistema inmunitario. Por ejemplo, las dioxinas
son cancerígenos e interfieren con el desarrollo normal del feto y su sistema
inmunitario. La exposición del feto a los bifenoles policlorados (PCBs) está
relacionada con problemas cognitivos y de comportamiento. El DDT está
relacionado con la insuficiencia de leche materna. En algunas áreas del extremo
norte del mundo, los sistemas inmunitarios de los niños no producen suficientes
anticuerpos para que funcionen las vacunas. Un vínculo entre este problema y
las sustancias químicas es sugerido por el hecho de que estos niños y sus
madres poseen una enorme carga química. La exposición del feto al mercurio
ocasiona trastornos en la atención, la memoria y el aprendizaje durante toda la
vida. El desarrollo del cerebro también se ve inhibido en los fetos expuestos
al plomo.
Respuesta: Los tejidos inmaduros
o en estado de desarrollo son mucho más susceptibles a las sustancias químicas
que los tejidos adultos. El desarrollo es una época de especial vulnerabilidad.
Es un período de replicación y diferenciación celular rápida, siendo este
último proceso sumamente complejo y vulnerable.
Esto
significa que el feto, los bebés o los niños en desarrollo puedan sufrir daños
como resultado de una exposición relativamente baja que no ocasionaría un
impacto notable en un adulto. Por ejemplo, un feto expuesto a una concentración
de sustancias químicas considerada segura para los adultos podría sufrir
defectos de nacimiento o un desarrollo cerebral anormal. Por eso, no solo es
importante la concentración sino el momento de una exposición.
Desgraciadamente, muy pocas de las sustancias químicas a que nos vemos
expuestos han sido estudiadas con bastante detalle como para conocer sus
efectos y posibles daños en el feto o el niño.
Las hormonas desempeñan un papel
extremadamente importante porque dirigen el proceso de desarrollo del feto, los
bebés y los niños. Por supuesto, las hormonas son muy importantes en los
adultos también; son necesarias para que los sistemas del cuerpo funcionen
normalmente. Lo increíble de las hormonas es que están presentes y actúan en
concentraciones minúsculas, sin embargo sus efectos son enormes. Por eso, al
ser expuesto a un interruptor del sistema endocrino (hormonal), aun a niveles
sumamente bajos, durante una época crítica del desarrollo puede tener un
impacto que dure toda la vida. Por ejemplo, una sustancia química ambiental podría
ser confundida por una hormona en un feto en desarrollo y esto podría enviar
una 'señal' equivocada a los tejidos en formación. Estos errores pueden dañar
permanentemente el sistema nervioso, inmunitario y reproductivo del bebé. La
mayoría de las pruebas que demuestran la importancia de los interruptores del
sistema endocrino provienen de estudios en los animales, sin embargo,
recientemente han surgido muestras de estos efectos en las personas.
Pregunta: ¿Es posible probar los vínculos entre esta
carga corporal y los problemas de la salud?
Respuesta: De las más de 80.000
sustancias químicas comercializadas, solo una pequeña fracción de ellas ha sido
estudiada como posibles agentes causantes de cáncer, por sus efectos sobre el
sistema reproductivo, por su impacto sobre el desarrollo y sobre el sistema
inmunitario y por otros posibles efectos sobre la salud humana. Entre las
aproximadamente 15.000 sustancias investigadas, pocas han sido estudiadas con
suficiente detalle como para calcular los riesgos que presentan. Aun en los
casos que se han investigado, estas sustancias son examinadas individualmente y
no en combinación con otras, que es la forma en que realmente se encuentran en
el mundo de hoy. En realidad, nunca nos exponemos a un solo contaminante, sino
que a una mezcla química, cuyos ingredientes pueden presentar interacciones
entre ellos con consecuencias impredecibles para la salud.
En comparación con la enorme cantidad de
datos disponibles sobre los contaminantes en el aire, el agua, el suelo, los alimentos
y los animales, la información que hay sobre la carga corporal en los Estados
Unidos y otros países del mundo, es extremadamente limitada. La mayoría de los
datos que tenemos sobre la carga corporal de una población humana deriva de un
pequeñísimo número de sustancias químicas.
En cuanto a las sustancias investigadas, hay
buenas y malas noticias. Las buenas son, que en muchos casos, la intervención
pública ha resultado en una prevención directa para disminuir la exposición de
la población, y así reducir la carga corporal de esa gente. Por ejemplo, en el
caso del plomo que fue eliminado como ingrediente de la gasolina y de la mayor
parte de las pinturas, ha resultado en una reducción rotunda de la carga de
plomo en el cuerpo de los estadounidenses en general. Esto es esperanzador,
considerando que el plomo ocasiona una reducción en el coeficiente intelectual
de las personas expuestas a este metal.
Sin
embargo, entre las malas noticias está el hecho de los niños que siguen
sufriendo el peligro de daños a la función cerebral debido a una exposición al
plomo. Muchos de estos niños viven en zonas urbanas donde existen numerosas
fuentes de plomo, como la pintura en las casas, anticuadas instalaciones
industriales y suelos contaminados. En cuanto a los PCBs, los niveles actuales
ocasionan un déficit en el desarrollo neurológico de los niños. En el caso de
las dioxinas, la carga corporal de la población general estadounidense es igual
o superior a los niveles que causan efectos negativos en las pruebas realizadas
con animales.
Se llama epidemiología al estudio de las
tasas, las causas y las pautas de las enfermedades humanas y entre diferentes
poblaciones humanas. Debido a las limitaciones de la epidemiología, nunca podrá
definirse si una sustancia química en particular ocasiona una enfermedad
específica o un cierto daño a la salud humana. Por el hecho de que regular y
reducir la exposición se lleva a cabo con base a los contaminantes
individuales, los estudios epidemiológicos casi nunca podrán lograr una prevención
primaria, es decir una reducción en las incidencias de exposición a los
contaminantes ambientales, porque la epidemiología no es capaz de identificar
la sustancia específica que causa las enfermedades.
Siendo así, siempre faltan las pruebas
definitivas de un vínculo entre dicha enfermedad y una toxina específica. Sin
estas pruebas, utilizamos datos de las investigaciones en los laboratorios y
los animales para predecir las consecuencias sobre la salud humana, y a menudo
estas predicciones son apoyadas por las estadísticas actuales sobre los
defectos de nacimiento, la infertilidad, retrasos en el desarrollo y el aumento
en las tasas de cáncer.
Respuesta: No existen pruebas de
laboratorio accesibles al público en general para determinar la carga química
del cuerpo. Y aun si usted tuviera esta información, no necesariamente le sería
útil, porque su médico probablemente no podrá recetarle medicamentos para
reducir la concentración de sustancias químicas presentes en su cuerpo. Sin
embargo, es útil conocer la contaminación que existe en su comunidad, lo cual
puede llevarlo a usted y a sus vecinos a tomar acciones para reducir la
exposición a los contaminantes.
Ni
las agencias gubernamentales, ni las clínicas u otros laboratorios ofrecen
exámenes para determinar la carga corporal. La mayoría de la información que
tenemos sobre la carga corporal proviene de estudios limitados a unos pocos
contaminantes, patrocinados por las agencias gubernamentales y realizados en
poblaciones particulares. A menudo, estos estudios analizan los datos según el
sexo, la edad o la raza de los participantes, lo que ofrece información útil
para determinar promedios en distintos grupos de personas. Sin embargo, estos promedios
calculados para la población, no permiten predecir la carga corporal de los
individuos. Además, normalmente se investiga un número limitado de las
sustancias a las que está expuesta la población.
En general, es más fácil conocer la
contaminación química presente en el pescado que consumimos que la que poseemos
en nuestros cuerpos. En otros países, como el caso de Suecia, se realizan
análisis extensivos de la carga corporal y el gobierno depende de estos datos
para asegurar que sus campañas para reducir la exposición a los contaminantes
ambientales que sufren sus ciudadanos sean exitosas. El monitoreo de esta carga
química les permite evaluar las actividades de prevención empleadas y sirve
como un sistema de alerta para el gobierno al permitirles detectar qué nuevas
sustancias químicas están en aumento entre la población.
Tenemos el derecho de saber que sustancias
químicas están presentes en el aire, el agua, el suelo, los alimentos y los
productos que consumimos todos los días. También deberíamos tener el derecho de
saber cuáles son los contaminantes que llevamos adentro de nosotros. Deberíamos
seguir el ejemplo de los suecos e implementar programas en todas las
comunidades del mundo para monitorear la carga corporal de sustancias químicas.
Pregunta: ¿Un examen
para determinar mi carga corporal también indicará algo sobre mi estado de
salud?
Respuesta: Los exámenes para
determinar la carga corporal de contaminantes nos indican algo sobre las
sustancias a las que hemos estado expuestos, pero normalmente no nos pueden
informar si esa exposición ha causado problemas en nuestra salud. Sin embargo,
una sola prueba para determinar la carga química corporal o aun mejor un
monitoreo de la comunidad, nos puede indicar mucho sobre el estado de nuestro
medio ambiente y la salud pública.
Respuesta: Actualmente no existe
un consenso en cuanto a un método seguro y útil para reducir la concentración
de contaminantes en el cuerpo. La prevención a largo plazo es la mejor
estrategia. Se puede prevenir la contaminación de las generaciones venideras si
trabajamos juntos para lograr las siguientes metas: 1) eliminar las sustancias
químicas más peligrosas que se bioacumulan (es decir que se concentran más al pasar
por las fases de la cadena alimenticia), 2) desarrollar métodos de producción
que no empleen materiales tóxicos, y 3) asegurar que las comunidades, los
gobiernos nacionales y las agencias internacionales adopten el princio de la
precaución al formular políticas sobre las emisiones de sustancias químicas al
aire, el agua y el suelo. Por favor revise la sección Aprenda más de este sitio web, en la que se ofrece
una lista de organizaciones que usted puede contactar para participar en las
campañas que lograrán para lograr estas metas.
Los cambios en el estilo de vida pueden
prevenir la exposición a algunos contaminantes. En estudios recientes
realizados en el estado de Washington, se encontró que la carga química fue
significativamente menor en los niños que comen alimentos orgánicos y viven en
hogares donde no se emplean los pesticidas.
Algunas
investigaciones limitadas demuestran que la carga corporal de ciertos
contaminantes que se almacenan en los tejidos grasos puede ser reducida
parcialmente a través de ciertas dietas, el ejercicio y las saunas; sin
embargo, los datos son pocos y preliminares. En el caso de que algunos metales
como el plomo o el mercurio estén presentes en muy altas concentraciones, se
trata de emplear sustancias quelatantes con el fin de disminuir la carga
corporal de dichos metales. También es necesario considerar que estos
tratamientos son polémicos, producen posibles efectos secundarios y no se ha
probado de forma sistemática que reduzcan el impacto tóxico de una exposición.
Un estudio en particular, no mostró ninguna mejoría en la aptitud neurológica
de los niños con un nivel moderadamente elevado de plomo tras recibir un
tratamiento de quelación.
Respuesta: Las regulaciones
actuales fueron puestas en práctica mucho antes de que los nuevos avances
científicos demostraran que pequeñas cantidades de sustancias químicas, una vez
consideradas inofensivas, son capaces de ocasionar cambios sutiles a nivel
celular. Hay nuevas pruebas que sugieren un vínculo entre estos cambios
celulares y un aumento en el riesgo de contraer cáncer, los defectos de
nacimiento y otros problemas de la salud. Además, los reglamentos vigentes no
fueron formulados considerando la exposición a todas las sustancias químicas
presentes en el cuerpo humano. Ninguna entidad está investigando las
consecuencias de la suma de todos estos contaminantes en conjunto sobre la
salud humana.
La formulación de reglamentos legales en los
Estados Unidos es un proceso político muy largo y complicado, sumamente
susceptible a ser influido por los intereses especiales. Las industrias que se
ven beneficiadas económicamente por el uso de cierto producto o sustancia
química, han tenido mucho éxito en el pasado imponiendo límites a los controles
regulatorios. Una mayor información sobre la carga química de las poblaciones
nacionales y de los individuos, especialmente en aquellas comunidades muy
expuestas a la contaminación, podría orientarnos al tomar decisiones sobre los
productos y los alimentos que queremos consumir y las leyes que deberían
existir para protegernos contra estos estragos químicos.
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